miércoles, 3 de mayo de 2006

Desde el Exilio (2)

Bien, por fin Braña se ha dignado a metar algo... Yo también. Estos días he releído uno de los mejores libros que jamás hayan caído en mis manos: El diccionario del Diablo, de Ambrose Bierce. Os lo recomiendo de veras, especialmente la edición que hizo en tapa dura Valdemar. Puede que no os guste, pero en ese caso el problama es vuestro, no mío. Además, tampoco es que importe demasiado, ¿no?
Si puedo os pondré algunas perlas de vez en cuando. Éstas tres van con segundas intenciones:

Abandonado, s. y adj. El que no tiene favores que otorgar. Desprovisto de fortuna. Amigo de la verdad y el sentido común.
Amor, s. Insania temporaria curable mediante el matrimonio, o alejando al paciente de las influencias bajo las cuales ha contraído el mal. Esta enfermedad, como las caries y muchas otras, sólo se expande entre las razas civilizadas que viven en condiciones artificiales; las naciones bárbaras, que respiran el aire puro y comen alimentos sencillos, son inmunes a su devastación. A veces es fatal, aunque más frecuentemente para el médico que para el enfermo.
Boda, s. Ceremonia por la que dos personas se proponen convertirse en una, una se propone convertirse en nada, y nada se propone volverse soportable.

martes, 2 de mayo de 2006

Inflexión

"Así es el hombre. Obra así incluso sabiendo o sintiendo desde el principio, desde el primer instante, que lo que hace es algo fatal. Es como si se mantuviera unido a su destino, como si se llamaran y se crearan mutuamente. No es verdad que la fatalidad llegue ciega a nuestra vida, no. La fatalidad entra por la puerta que nosotros mismos hemos abierto, invitándola a pasar. No existe ningún ser humano lo bastante fuerte e inteligente para evitar mediante palabras o acciones el destino fatal que le deparan las leyes de su propia naturaleza y carácter".
"El secreto y el regalo mayores de la vida es cuando se encuentran dos personas 'semejantes'. Esto ocurre raras veces, como si la naturaleza impidiese tal armonía mediante todas sus fuerzas y tretas, quizá porque para la creación del mundo y la renovación de la vida es necesaria la tensión que se forma entre las personas que no cesan de buscarse, pero que tienen intenciones contrarias y distintos ritmos vitales. Ya sabes, como la corriente alterna..."

Sándor Márai, El último encuentro