Hacía tiempo que no entraba en este blog para poner nada, creo que desde el famoso viaje berlinés. De todas formas, el grado de melancolía de la dueña empieza a ser hasta entrañable, tanto como unas navidades para un soltero solitario que un día se cae en un río de almíbar mientras suena de fondo 'Jingle Bells' y un coro de ángeles le recitan las frases del diálogo final de 'Qué bello es vivir' y una luz se abre en el cielo. Jooooooder. Eso sí, todavía no he visto entrada alguna sobre el tema del año, y quizás de su vida. Lo dejamos para el final para que podáis asimilarlo, porque aunque ahora parezca una cosa más, le cambiará la vida para siempre. Porque después ya nada será igual, porque ella cambiará (porque la conozco y el nuevo traje matrimonial lo va a asumir con mucho amor, ella es así de maleable, ejem...) y porque terminará por pirarse de Madrid (¿a Lisboa, Tailandia, Buenos Aires, Atlanta, Sidney, Tegucigalpa, Kandahar...?). Yo ya no estoy, así que me pilla un poco a desmano el vacío que dejará para más de uno. En estos casos es bueno ser como el nene: frío. Deberíamos pagarle una buena despedida de soltera, pero sin penes de gomaespuma en la cabeza ni borracheras absurdas que no van a ningún lado. Propongo algo original, porque se casará una vez y no más (¿jua jua jua jua jua?).
En tres pasos. 1. secuestrar al Doctor Amor y a la Nevera con piernas, embadurnarles de miel y llevarlos a un sótano repleto de osos recién saliditos de la hibernación; 2. grabar el resultado en vídeo y dárselo a Tiago, para que espabile. Nosotros no ponemos cabezas de caballo en las camas, somos más originales, hahaha; y 3. pagarle un fin de semana en un motel de carretera entre Las Vegas y Los Ángeles con la versión motera de Christian Bale, a ver si después tiene ganas de seguir con lo del anillo, el cura y vestidita de blanco castidad (hahahahahah).
Y ahora, lo que importa:
QUE ANA SE CASA, COÑO