Por fin estoy en la habitación, lejos de una panda de individuos sin clase que han amargado mi noche. Personajes grotescos de copa y puro que no han parado de divertirse en la cena a costa de un camarero de infinita ternura e injusta inocencia.
Curiosa Emoción que un día te eleva y al siguiente te sumerge en la absoluta tristeza. Contengo aún la lagrimina si pienso que mi camarero pudo darse cuenta de la burla y en mis inútiles sonrisas de complicidad y gratitud.
jueves, 17 de abril de 2008
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