Esta va para ti, menudina. La visita relámpago me alegró el regreso desde los 20 grados de Canarias y el tener que marcharme otra vez dejando atrás a las únicas personas que no me han dejado nunca. Es una pena, pero la roca empieza a tener grietas; en lugar de solidificarse, creo que Salieri empieza a tener dudas sobre si realmente merecen la pena muchas cosas. Me alegro de haberte visto, igual, o incluso puede que mejor (a lo mejor eres como el vino o yo estoy ya harto de tanta estudiante aniñada). Tenemos pendiente una conversación tú y yo, y como sé que el teléfono sólo lo usas con las féminas será mejor que te vengas por aquí otra vez. Te vi más serena (¿Braña Zen?), a pesar de que dijeras lo contrario. Me gustaría pensar que por una vez vas a acertar, pero no sé si es mi instinto (y te recuerdo, querida, que no suelo fallar y que no fallé en el pasado, avisada estás...) o la esperanza de que dejes ya de hacer espirales en ese sofá mortal de tu casa, como si tuvieras que estar continuamente en el diván. No es por nada, pero hay muchos estrógenos a tu alrededor y esas tardes en tu casa acababan por parecerse a sesiones intensivas con Jung. Olvídate de todo, cierra los ojos y haz como Indiana Jones en La última Cruzada: ten fe y pisa sobre el vacío, que seguro que hay una pasarela, ajajajajaj. (Dios, tengo que dejar de ver tanta película...)
Un beso del Nuevo Luis.
PD: ahora es cuando me llamas para decirme que me he equivocado..., o no, ¿quién sabe?
sábado, 5 de enero de 2008
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1 comentario:
Muchísimas gracias, Luis. Hace tiempo que no oía de tus labios algo tan personal y tierno. Creo que me quieres bien y yo también a tí (ahora es cuando te arrepientes y me dices: calla, pastel).
Iré a verte pronto, pronto. El café y la caña me supieron a poco.
Besín, Ana
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