sábado, 16 de agosto de 2008

El viaje a Berlín

En vista de que la dueña del blog está out de su pequeño hijo, vamos a llenarlo con algo digno. Por ejemplo con la guía de lo que hicimos. Está abierto porque hay cosas que se me pueden haber escapado, pero allá que vamos. Si alguna se acuerda de algo más que lo diga, please. 

Día 1: Viaje y llegada al Helter Skelter. Sorpresa general al ver que hemos alquilado una planta entera, salpicando el aire de frases como "que fuerte, tía" y demás expresiones de las hermanas Urquiza (muy elocuentes ellas, oye). Esa noche no hicimos nada porque no era plan.

Día 2: Jornada maratoniana. Alquilamos bicis en la Alexanderplatz, fuimos a la Puerta de Brandenburgo, al monumento a los caídos soviéticos durante la toma de Berlín, al Tiergarten, al Ángel de la Victoria. Comimos en la Potsdamer Platz, probamos el capuccino, fuimos al memorial del Holocausto, después encontramos la tumbonas en la orilla del Spree, compramos en el supermercado y algunos (Ana, Valvidares, Miguel y el nene) fuimos a ver Tacheles para beber algo. Ana se convirtió en la ubermarschallgruppen (porque era la que llevaba el mapa y no se equivocaba) y Miguel debió hacerle unas 200.000 fotos en Tacheles. A saber dónde quedarán. Te queremos Ana, pero tú y tu bici dais pelín por saco (risas enlatadas). 

Día 3: Mercado en un descampado de la ciudad, de nombre totalmente impronunciable. Rivas se compra la falda previo regateo fenicio y se imagina que es Carrie y que la Friedrichstrasse es Park Avenue. Comemos en el hindú (otras se fueran al japonés), tomamos un café en el mercado frente a la tienda de Muji (sigo sin saber qué puñetas es a pesar de las exclamaciones de Carla...) y nos hacemos una etapa del Tour de Francia para ir a la Exit Gallery (donde Valvidares se fue caminando para verlo todo. La que decía que más de una hora en un museo era mucho...) y luego al Treptower Park. El diablo, convertido en avispa asesina (mascota oficial de Berlín por la cantidad de ellas que hay), le pica un dedo a Miguel y se desencadena una crisis de dimensiones homéricas solucionada con una simple meada. Manda huevos de medicina moderna estando un remedio casero, que diría el otro. Los puntos de Miguel son absolutamente indispensables en este tipo de viajes, queda dicho. El grupo se divide y mientras Ana intenta batir el récord de velocidad en pista por las avenidas berlinesas los demás nos damos un paseo, nos perdemos y llegamos al piso un buen rato después. Para entonces tenía el culo como una plancha de acero.

Día 4: Vamos todos a Check Point Charlie, compramos “merchaidansin” que dirían los salmantinos y Rivas me regala un Traban (música de violines). Si al final no se casa en octubre me la pido, juas juas, que los novios tienen tendencia a caerse por las escaleras, hahaha. Vemos la exposición ‘Topografía del terror’ sobre la antigua sede de las SS y la Gestapo. Después vamos al barrio de Kreuzberg y probamos las curry-wurst para solaz de nuestros estómagos. Comemos de pie, solución alemana para las prisas y que a más de uno le sorprendió. Manía que tenéis, coño, de hacerlo todo sentados, españoles teníais que ser... Finalmente, y que yo recuerde, algunos nos quedamos a ver el Museo Judío y Miguel se marchó solito por ahí... (silencio sospechoso).

Día 5: Dios mío, qué largo se está haciendo esto. Vamos al campo de concentración de Oranienburg y comemos del Burger King (donde una levantadora de pesas hormonada se cachondeó de Rivas) en el tren de vuelta mientras Miguel y Carla conocen a Nefertiti y callejean por Berlín. Carla y Marta se despiden de las bicis y de nosotros, que nos vamos de tiendas. Bueno, ellas, porque yo me voy con Miguel a dar vueltas por la isla de los museos y por la zona de San Jorge. El maño no se enteró, pero dos españolas nos tiraron chinitas (el irresistible atractivo aragonés, digo). Él lo negará (porque no se coscó, igual que en Tacheles con la rubia alcoholizada), pero hay gestos y gestos, y cuando se es pelín buitre se da uno cuenta de ciertas cosas. Esa noche volvimos al Tacheles, donde dos pakis salidorros se pasaron media hora viendo bailar a Ana y las Marías. Al final ya me tuve que levantar, quizás pensando que por fin podría sacar el lado más hetero del viaje, hahahahaha. Salieron por piernas. Qué pena de hostión.

Día 6: Charlottemburg (momento aspersores con Rivas creyéndose que está en 'Descalzos en el parque'), Miguel y Ana sufren un jamacuco y se creen que son Valverde y Contador en una avenida. Yo casi me llevo por delante a una ciclista por cruzarme donde no debía y al final terminamos de vuelta. Friedrichkirche, otra de curry-wurst (Dios, mi hígado), sobada en la terraza de los turcos. Las Marías y el nene nos vamos al museo de arte moderno; Valvidares vuelve a hacer escapismo mientras Rivas y yo pasamos por las salas como si fueran etapas. Uno de los guardas la miró como mira un náufrago hambriento un plato de lentejas (tampoco se dio cuenta ella. Soy Mister Observador, qué le voy a hacer). Quedamos todos frente a la catedral y nos tiramos en el césped después de que el resto se haya ido de compras (otra vez). Otro momento sombrero de Ana igual que el de Carla. Después todos vamos a San Jorge a beber cerveza y a discutir qué nombre le pondríamos a los futuros hijos. Estas cosas no me pasan con los hombres, en fin... Esa noche Ana se tiñe el pelo (no vaya a ser que Tiago la vea con canas ¿y la abandone?) y se va de madrugada al aeropuerto. No sé si ella creyó que se fue en silencio, pero le dio unas hostias a la maleta y al ascensor del carajo. Y sí, me despertaste, bo-ni-ta.

Día 7: Madre mía, esto se acaba. Último desayuno, careto de las Marías, vestido rojo de Rivas (antes muerta que sencilla, querida) y despedida. Besos para todos. Me voy con Miguel a la Friedrichstrasse y a Unter der Linden, cogemos el tren para el aeropuerto, me equivoco y a punto estamos de terminar en Polonia. Gracias a un estudiante de matemáticas encontramos la línea correcta y llegamos al aeropuerto más aburrido del mundo. Aterrizamos en Madrid mientras las Marías y Arancha se piran a Dresde. A mí me quedaban casi tres horas de bus hasta Salamanca, una cagarruta al lado de Berlín.

Eso es todo. Que sepáis que ha sido un viaje cojonudo (me he enamorado de Berlín por completo), y que por mí repetiría a cualquier sitio con vosotras (momento emotivo: os quiero, jur jur). Aunque igual para el próximo podríamos reclutar a otro machote, porque al sexto día con vosotras ya me plantee depilarme o no, que parezco un osito... hahahaha (ni de coña, vamos hombre...). Besos per tutti, amichi. 

PD: Momento ajuste de cuentas con los tópicos, porque ni Valvidares tiene la mala leche que cuenta la leyenda (seguro que luego es como un osito de peluche, o no, quién sabe), ni Rivas está loca de atar (en fin...), tampoco Carla se levanta tan tarde (deberíais verme con resaca) y Arancha no es Bismarck reencarnado. Y Miguel es Miguel (te queremos, machote), y si no fuera él habría que inventarlo. En realidad, queridas, el peor de todos era yo, pero antes de salir de Madrid me amenacé a mi mismo con partirme la cara si se me cruzaban los cables. Ciao ragazzi. 

5 comentarios:

Sincopado dijo...

Ja, ja, ja. Qué buena crónica Luisote.

Me alegra mucho saber que lo pasasteis tan bien. Yo sigo por Newcastle, aunque ya te contaré con calma. De momento te adelante que ayer a la 1.30 volví a nacer.

Abrazo

Menudina dijo...

Luisote, sin seguir leyendo, ya respondo a tus risas enlatada tras 'tú y tu bici dais pelín por saco'. Mi reino por tus pensamientos a cada instante...

Luisín, cuéntame bien PAR DIEZ!

Menudina dijo...

Aún no he llegado al día 7. Me parto Luis. Volveré cada noche sólo para gozar de tu elocuencia (ahora sí, sin ironía). Te echaba de menos por aquí. Te echo de menos en Madrid.

sanders dijo...

Siento haber leído esta crónica tan tarde. A cambio, me ha hecho recordar las vacaciones en un duro inicio del curso (¿pero cuándo llega el fin del principio?). A partir de ahora, eres el cronista mayor del matriarcado!!!! Lo mejor, para mí, el momento Ana cree que se va en silencio pero tropezaste con la maleta, ja ja ja, demasiao, qué fuerte, tío...
gracias por ser un cazador de mitos, y admitir que soy un encanto...

sanders dijo...

Siento haber leído esta crónica tan tarde. A cambio, me ha hecho recordar las vacaciones en un duro inicio del curso (¿pero cuándo llega el fin del principio?). A partir de ahora, eres el cronista mayor del matriarcado!!!! Lo mejor, para mí, el momento Ana cree que se va en silencio pero tropezaste con la maleta, ja ja ja, demasiao, qué fuerte, tío...
gracias por ser un cazador de mitos, y admitir que soy un encanto...