jueves, 30 de agosto de 2007

Diálogo en una tarde de lluvia

La última (aquí iría un smilie refalfiao): Estos días me ha dado por identificarme con Genji, protagonista masculino del libro que estoy leyendo. Nos distancian más de diez siglos de historia, kilómetros culturales, y una sociedad por entonces polígama que justificaba una vida llena de esposas y concubinas.
No es que mi vida sentimental sea tan prolija. Ni mucho menos. Pero cada una de mis historias, frí­volas en apariencia, crean vínculos emocionales que soy incapaz de dejar a un lado.
Me gusta la idea de amor indeleble. Aunque en La Novela de Genji está muy ligada al honor. Romántico, en cualquier caso. Peor es Don Juan, que enamora, engaña y olvida.

Estoy en el jardín de la duermevela y hay muchas páginas pendientes, pero os animo a leerla si os atrae el mundo asiático. Está cargada de aventura y romance, al mejor estilo de las películas palomiteras de Zhang Yimou, alternados con retazos de cultura e historia japonesas.



Ni siquiera en sueños
soy capaz de encontrarme con él...
Y todas las mañanas mi espejo
me muestra un rostro tan gastado
que siento vergüenza de mí misma.
(Ise)

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