No me puedo resistir a hacer esta entrada en lugar de mandarte un comentario. Cariño, los últimos tres post son... en fin, que me reafirmo en la idea de que un ser humano ante un teclado es más grande, tierno y profundo de lo que jamás será hablando en persona. Me descubro ante vos, querida amiga. Sabía que eres mucho más de lo que aparentas. Sonríes demasiado, y eso despista. Debajo late algo más. Lo que me jode es que me hayas sorprendido en esto nueve años después de conocernos, so petarda. Y mira que te he leído tus idas de olla en este blog. Empiezas a parecerte a un cuadro de Escher: varios mundos unidos en uno solo. Puedes pasar un millón de veces por delante de un parque y en la 1.000.0001 darte cuenta de lo increíble que es, de lo hermoso que es, de cómo las copas de los árboles se mecen al unísono. A mí en Salamanca ya me ha pasado un par de veces, ahogado entre tanta piedra con demasiados siglos encima. Te recomiendo que empieces a hilvanar esa vida gijonesa que no conozco, para conocernos bien, quiero decir. Igual alflora porque estás madurando (¿por fin?). O puede que sea el acento lánguido del portugués, que te hipnotiza y hace aflorar lo otro. Sea como fuere, "besines", y lo siento, es que está lloviendo y me pongo tonto. En breve volveré a ser el rompehuevos de siempre. Ah, se me olvidaba: jamás te arrepientas de una noche crápula. De todo se aprende, otra cosa es que te las cuente luego, hahahah.
viernes, 6 de febrero de 2009
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1 comentario:
Gracias, Luis. Tu entrada me viene bien de perlas. Estoy de bajón. El tornado se acerca. A lo mejor es culpa mía y he soplado demasiado.
No sé como tomarme eso de la sorpresa, cuando me tenía ya en muy alta estima en tus pensamientos.
La foto es preciosa y lo que me dices aún más.
Me has alegrado la tarde, pichón.
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