sábado, 31 de octubre de 2009

Norwegian Wood

No hace mucho me acerqué a Avilés con las mejores intenciones de apoyar a mi prima, que acababa de perder a su padre. Pensaba que al haber pasado por lo mismo hace años podía servir de ayuda. No he sido capaz y hace unos días lo comprendía entre las páginas de Tokio Blues.
Es una realidad. Mientras vivimos, vamos criando la muerte al mismo tiempo. Pero ésta es sólo una parte de la verdad que debemos conocer. La muerte de Naoko me lo enseñó. Me dije: "El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. Ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido no sirva de nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improviso"



Me temo que lo único que puede ofrecer uno es distracción. Madrid estos días de invierno, con sus calles atestadas de gente y las luces de Navidad ya encendidas, lo pone fácil. No he podido localizarte estos días por si venías.

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