jueves, 17 de noviembre de 2005

Sex in the city

Nos viene de lejos. En la antigua Grecia las casas aristocráticas contaban con habitaciones reservadas para las mujeres. A Dios gracias, hemos evolucionado y nuestras parejas no pueden confinarnos hoy en tales gineceos. Pero sentimos la necesidad de reunirnos de vez en cuando y dibujar un espacio propio en el que entendernos. Hoy hemos tenido el 3er. aquelarre de corte freudiano. Una risa, como siempre. La Meris es la versión moderna y exacerbada del padre del psicoanálisis.
No me extiendo, que son las 2 a.m. Tras la cenita a base de merluza en salsa verde y castañas asadas... uhmm... me he tragado dos capítulos más de Sexo en Nueva York. Como la vida misma. Me he quedado con ganas de arroz chino y de nuevo compañía femenina para rajar sin llegar a ninguna conclusión y hacer cábalas sobre las virtudes del Tantra. En el nuevo pisito no faltarán palillos y finas copas de vino helado.

1 comentario:

Corso Expresso & Cia dijo...

Si Sexo en Nueva York es la vida de Menudina, pues oye, yo vivo en otra dimensión...jojojo. Por cierto, un día de estos voy a poner una grabadora en el bolso de menudina y luego nos reímos todos un rato...ajjaja.
Sí, es cierto, ya no hay gineceos físicos, pero muchas los tienen en la cabeza y de ahí es más difícil sacarlos...